Si no quieres renunciar a tu jardín durante los meses de frío, debes instalar pérgolas bioclimáticas de invierno. Uno de los sistemas más completos que gracias a su versatilidad va a permitir que dispongas de un espacio hermético en el que puedas pasar cómodamente las tardes de invierno.
Pérgolas bioclimáticas e invierno, un tándem perfecto
Las pérgolas bioclimáticas no son exclusivas para el invierno, pero sí son el único sistema que te va a proporcionar la protección adecuada para poder hacer frente a las condiciones climáticas.
El rasgo distintivo de las pérgolas bioclimáticas en invierno es que el sistema de lamas móviles característico de este sistema se cierra por completo. Las lamas de aluminio se solapan y cierran la cubierta creando un techo aislado. Entre lama hay unas gomas que ayudan a sellar la unión y que garantizan un aislamiento total.
La lluvia no es ningún problema. Por un lado, el aluminio no cala y además no se oxida y permanece en perfecto estado. Por otro lado, las pérgolas bioclimáticas incorporan un sistema de drenaje del agua de lluvia. El agua se canaliza para que no cause ninguna molestia.
Cortinas de cristal
El complemento perfecto de las pérgolas bioclimáticas en invierno son las cortinas de cristal. Ya sea una pérgola adosada o de tipo isla las cortinas de cristal permiten cerrar el habitáculo y crear un espacio cerrado y aislado.
Un espacio confortable y seguro que con las “paredes” de cristal sigue siendo luminoso y da la sensación de estar al aire libre.
Abierto o cerrado, tú mandas
A diferencia de un porche de obra tradicional, con una pérgola bioclimática puedes abrir el techo cuando tú quieras. Las lamas móviles que pueden variar su grado de inclinación de 0 a 135 grados permiten abrir el techo y dejar pasar el aire para disfrutar de una ventilación natural.
Y las cortinas de cristal se abren y quedan recogidas en un lateral, de modo que, según las circunstancias, tendrás una pérgola abierta o cerrada. Tú mandas.